Las vacunas son uno de los mayores logros de la humanidad, ya que han revolucionado la salud pública mediante la prevención de millones de casos de enfermedades. Sin embargo, las vacunas son medicamentos como cualquier otro, lo que significa que también pueden tener potenciales efectos secundarios. Por lo tanto, es lógico hacer un análisis de riesgo/beneficio y preguntarse si las ventajas de recibir una vacuna contra el COVID-19 son más importantes que sus efectos secundarios o las complicaciones de contraer la enfermedad en sí.
Como ejercicio para ilustrar este punto, tomamos dos de las vacunas más comunes que están en uso actualmente, BNT162b2, producida por Pfizer, y mRNA-1273 por Moderna, y comparamos los efectos secundarios que se han observado durante su evaluación clínica con el riesgo y la gravedad de las complicaciones del COVID-19 (ver Cómo funcionan los ensayos clínicos). Tanto los efectos secundarios de las vacunas como las complicaciones del COVID-19 varían según la edad de una persona y la cantidad de dosis de la vacuna, por lo que hacemos un esfuerzo para presentar esta información mostrando un rango de probabilidad de desarrollar estos problemas.
Efectos secundarios de la vacuna de ARNm producida por Pfizer
Comencemos con la vacuna Pfizer. Como es de esperar, algunos de los efectos secundarios, los cuales son comunes en todo tipo de vacunas inyectables, se observan en el lugar de la inyección (más comúnmente en la parte superior del brazo). En términos de porcentaje de pacientes que experimentaron efectos adversos leves encontramos más comúnmente: Dolor (66-83%), hinchazón (6-7%) y enrojecimiento (5-7%). Otros efectos secundarios que pueden aparecer en otras partes del cuerpo o tener una reacción más general en la persona son: Fiebre (1-16%), fatiga (34-59%), dolor de cabeza (25-52%), escalofríos (6-35%), vómitos (1-2%), diarrea (8 -11%), dolor muscular (14-37%) y articular (9-22%). Estas reacciones ocurrieron con más frecuencia después de la segunda dosis de la vacuna.
Efectos secundarios de la vacuna de ARNm producida por Moderna
Una situación muy similar se ha observado con la vacuna producida por Moderna, con los efectos secundarios más comunes siendo nuevamente leves y locales, como dolor en el lugar de la inyección (74-89,9%), hinchazón (4,4-12,6%) y enrojecimiento (2,3-8,9%). Algunos de los efectos generales son fiebre (0,3-17,4%), fatiga (33,3-67,6%), dolor de cabeza (24,5-62,8%), escalofríos (5,4-48,6%), vómitos (5,2-21,4%), dolor muscular (19,7%-61,6%) y articular (16,4-45,5%).
Es importante señalar que muchos de estos síntomas solo están reflejando los cambios que experimenta nuestro cuerpo mientras desarrolla una respuesta inmune. Esta respuesta tiene como objetivo prepararnos para la próxima vez que encontremos el virus real y podamos defendernos contra él. En promedio, estos síntomas duraron de 1 a 3 días y ninguna persona fue hospitalizada como consecuencia de la vacunación. Adicionalmente, los pacientes que lamentablemente murieron durante el período de estos estudios clínicos parecen haberlo hecho por razones no asociadas a las vacunas, ya que el número de fallecidos fue similar en el grupo que fue vacunado y en el grupo que no recibió la vacuna. Esto sugiere que aquellos eventos fueron una coincidencia y no estaban relacionados con las vacunas. De cualquier manera, y como medida de precaución, está previsto que la vigilancia de posibles efectos adversos continúe durante los próximos dos años.
Complicaciones del COVID-19
Ahora, veamos cómo se comparan estos efectos secundarios de las vacunas contra padecer de COVID-19. Las complicaciones más comunes que experimenta una persona con COVID-19 son: Fiebre (hasta en el 90% de los pacientes), tos (60-86%), pérdida del gusto y olfato (64-80%), dificultad para respirar (53-80%), fatiga (38%), dolor muscular (15-44%) y vómitos (15-39%). Aunque algunos de estos síntomas pueden parecer similares a los efectos secundarios de las vacunas mencionadas anteriormente, una de las diferencias claves es la gravedad de estos. De hecho, aproximadamente el 5% de los pacientes con COVID-19, y hasta el 20% de los hospitalizados, presentan síntomas graves que requieren que la persona sea tratada en una unidad de cuidados intensivos (UCI). Esto se debe más comúnmente a un daño a los pulmones ocasionado directamente por el virus y a la alteración de la respuesta inmune antiviral que ocasiona una inflamación exagerada y aberrante que no es capaz de controlar la infección. Finalmente, todo lo anterior conduce a una insuficiencia respiratoria que puede ocasionar la muerte. Entre los pacientes con COVID-19 en la UCI, el 29-91% necesitan ser intubados para poder utilizar un ventilador mecánico que les ayude a respirar, ya que no pueden hacerlo por sí mismos.
El daño que causa el COVID-19 no se limita solo a los pulmones. Además de la insuficiencia respiratoria, los pacientes hospitalizados pueden presentar daño en los riñones (9%), el hígado (19%) y el corazón (20-30%), problemas de sangrado y coagulación (10-25%) y choque séptico (6%).
Como consecuencia de todas estas complicaciones, el riesgo de morir de COVID-19 para los pacientes hospitalizados es aproximadamente del 15-20%, pero puede llegar hasta el 40% para los pacientes tratados en la UCI. No todas las personas que lamentablemente murieron durante la pandemia recibieron una prueba diagnóstica contra el COVID-19, por lo que el número de muertes podría ser mucho mayor de lo informado. Además, se ha observado que los pacientes que han sobrevivido a la enfermedad presentan un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud físicos y cognitivos a largo plazo. Por lo tanto, una segunda diferencia importante entre las complicaciones del COVID-19 y los efectos secundarios de las vacunas está relacionada con su duración. De hecho, síntomas como fatiga, debilidad muscular, problemas para dormir, ansiedad y depresión pueden persistir incluso después de seis meses de la infección inicial. Actualmente, se desconoce cuánto tiempo pueden durar estas complicaciones posteriores al COVID-19.
En conclusión
Las dos vacunas que hemos discutido son ejemplos entre varias otras que han demostrado ser altamente eficaces para brindar protección contra el COVID-19, con algunas de ellas previniendo más del 90% de los casos. La evidencia muestra que se puede evitar mucho sufrimiento para los pacientes y sus familias con el uso de las vacunas que están disponibles como medidas preventivas de hospitalización y muerte por COVID-19. En última instancia, la elección de vacunarse o no contra el COVID-19 depende de cada persona. Sin embargo, esperamos que después de haber tomado en cuenta la ciencia y los testimonios de las personas afectadas por el COVID-19, la decisión correcta sea tomada.
Referencias
Polack, F. P., S. J. Thomas, et al. (2020). "Safety and Efficacy of the BNT162b2 mRNA Covid-19 Vaccine." The New England journal of medicine 383(27): 2603-2615.
Baden, L. R., H. M. El Sahly, et al. (2020). "Efficacy and Safety of the mRNA-1273 SARS-CoV-2 Vaccine." The New England journal of medicine.
Wiersinga, W. J., A. Rhodes, et al. (2020). "Pathophysiology, Transmission, Diagnosis, and Treatment of Coronavirus Disease 2019 (COVID-19): A Review." JAMA 324(8): 782-793.
Gupta, A., M. V. Madhavan, et al. (2020). "Extrapulmonary manifestations of COVID-19." Nature medicine 26(7): 1017-1032.
Huang, C., Huang, L. et al. (2021). 6-month consequences of COVID-19 in patients discharged from hospital: a cohort study. The Lancet 397, 220–232.
Contribuido por: Texto: Armando Andres Roca Suarez, Ilustraciones: Armando Andres Roca Suarez & Tania Castillo.
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